Un nuevo reporte revela que por primera vez en la última década se ha incrementado la brecha de acceso básico a la energía, poniendo en jaque el cumplimiento del objetivo de la Organización de las Naciones Unidas de garantizar que todos cuenten con este recurso para 2030.

Poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y construir sociedades más pacíficas y prósperas. Esta es la gran meta que persiguen los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por los 193 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2015. El séptimo de estos objetivos plantea que, para 2030, todas las personas deberán acceder a energía a un costo asequible, de manera constante y de fuentes sostenibles.

Todo parecía indicar que se avanzaba en pos de esa meta, hasta 2022. Según un reciente reporte, elaborado por la Agencia Internacional de Energía, la Agencia Internacional de Energías Renovables, la División de Estadísticas de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, que analiza el estado del acceso a electricidad a nivel global, por primera vez en la última década se ha retrocedido en el cumplimiento del objetivo. Ese año aumentaron en 10 millones las personas en el mundo que no disponen de este esencial recurso en comparación con 2021, llegando a 685 millones de habitantes. De ese total que hoy vive sin electricidad, el 80% -esto es, más de 570 millones de personas- habita en zonas rurales y la mayoría se concentra en el África subsahariana. Y pese a todas las medidas que sea posible implementar, al llegar el plazo de 2030 aún habrá más de 660 millones de personas en el orbe sin acceso a electricidad.

Desafío en las zonas rurales

Aunque en América Latina «las principales economías ya han alcanzado acceso universal a electricidad en términos globales, Perú aún presenta 4% de su población sin este suministro. Cuando se observa solo a la población en zonas rurales, se suman otros países, como Brasil y Bolivia», advierte Daniel Olivares, director del Centro de Transición Energética (Centra) de la U. Adolfo Ibáñez e investigador asociado de SERC Chile.

Y si bien en Chile siguen existiendo hogares sin acceso a electricidad, estos representan menos del 0,5% de la población; por eso, en términos prácticos se considera que el país alcanzó acceso universal a la electricidad a mediados de la década del 2000″, agrega Olivares. Varias zonas que antaño presentaban problemas hoy ya se encuentran conectadas al Sistema Eléctrico Nacional (SEN), como es el caso de Chiloé y sus principales ciudades.

Sin embargo, explica el director del Centra, según datos del Ministerio de Energía, existen cerca de 130 sistemas aislados, esto es, sistemas eléctricos con capacidad menor a 1,5 MW que abastecen poblados pequeños, apartados geográficamente, y que generalmente corresponden a centrales que funcionan con diésel y que tienen un alto costo de suministro.

Los problemas del clima

A pesar de que Chile cuenta con acceso universal, hay algunas zonas que presentan en determinadas épocas cortes de luz más frecuentes. Marcelo Mena, académico de la P. Universidad Católica de Valparaíso, explica que estos problemas se deben eminentemente a eventos relacionados con el clima, como las intensas lluvias de este invierno, que impactan en la infraestructura que corre por la superficie. Y aunque se podría pensar en métodos más resistentes, como un cableado bajo tierra, el alto costo de inversión requeriría ser sopesado contra las pérdidas de productividad que implican los cortes.

A nivel urbano, comenta Mena, el crecimiento del parque automotor eléctrico ofrecerá nuevas posibilidades: la energía acumulada en las baterías que no ha sido usada pudiese ser integrada al sistema, lo que requiere adaptaciones en la infraestructura.
En esta línea y a nivel país, uno de los puntos pendientes es abordar cómo aprovechar mejor la energía renovable que se produce, ya que cuando no se consume, simplemente, se pierde. Esto hace necesario evaluar la inversión en mejores sistemas de transmisión -por ejemplo, en el norte-, que permitan integrar y distribuir de manera eficiente la energía, concluye Mena.

Gentileza El Mercurio.