8 de agosto de 2025

La eficiencia energética es una meta clave para las compañías, en un escenario de crecientes exigencias en sostenibilidad. En este sentido, la norma ISO 50001 está marcando un nivel base para cumplir con estándares ambientales -nacionales e internacionales, acceder a nuevos negocios y fortalecer la confianza de inversionistas y clientes, una apuesta para las empresas que buscan crecer de manera inteligente y sostenible.

El director del Centro de Transición Energética (Centra) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la UAI, Rodrigo Barraza, explica que esta norma exige a las organizaciones que consumen más de 50 teracalorías por año, denominados consumidores con capacidad de gestión de energía (CCGE), la implementación de un Sistema de Gestión de la Energía (SGE). En Chile, aproximadamente 250 empresas han sido clasificadas como CCGE.

La gestión de la energía es hoy un elemento diferenciador, capaz de abrir nuevas oportunidades para las empresas, con herramientas de eficiencia y sostenibilidad como pilares.

El impacto de esta norma ha tomado impulso en el país en los últimos años, dice la certificacion director de Bureau Veritas Chile, Nathalia Videla Bertini, movida principalmente por empresas de minería, retail, manufactura e industria pesada. La Ley 21.305 sobre eficiencia energética ha sido clave en esto, agrega: «Hoy, tanto inversionistas como consumidores valoran el compromiso medioambiental medible y la certificación de gestión de energía es una forma concreta de demostrar ese compromiso dentro de estrategias ESG».

Competitividad

La implementación de un SGE trae beneficios que no siempre son visibilizados y que aportan en mejorar la competitividad, dice el gerente general de Negawatt, Juan Andrés Peñailillo. Estos sistemas permiten generar una cultura y sistematización en la búsqueda de oportunidades, añade, y promueven «la implementación y seguimiento de indicadores clave, permitiendo desafiar permanentemente el desempeño energético actual y modificando la ‘forma de hacer las cosas’ en materias operacionales».

Peñailillo plantea que gestionar la energía «sin duda genera oportunidades concretas para crecer, permitiendo acceder a clientes con los mismos desafíos», ya que estas certificaciones llevan a las empresas a exigir el mismo estándar a sus proveedores, lo que convierte a los SGE en una ventaja competitiva frente a otros competidores.

Esta certificación «fortalece la reputación de la empresa, mejora su relación con inversionistas y facilita su integración en cadenas de suministro globales que priorizan prácticas responsables», añade Barraza, quien resalta que en sectores como la minería o la agroindustria, la norma ISO 50001 se ha transformado en un diferenciador competitivo para acceder a mercados con exigencias ambientales estrictas.

«También permite establecer acuerdos de compra de energía renovable (PPA), donde la trazabilidad y la eficiencia energética son condiciones clave. En este contexto, la norma no solo actúa como una herramienta de control, sino también como un activo estratégico que contribuye a mejorar la posición competitiva de las empresas en el escenario de la transición energética», puntualiza.

Gentileza LitoralPress