Según el informe El Futuro de la Energía, de Deloitte, la relación de los consumidores con los servicios del sector ha evolucionado impulsado por tres motores: digitalización de la operación, descentralización y descarbonización. En este contexto, se ha dado un cambio de paradigma respecto a cómo generamos y consumimos energías.

El nuevo mindset, tal como explica el líder de la Industria de Energía y Utilities de Deloitte, Daniel Ortega, continuará “con más fuerza que nunca, apalancado por compromisos de reducción de emisiones representadas, por ejemplo, por los planes de descarbonización, así como por iniciativas transversales de eficiencia energética”, comenta.

En opinión de Shahriyar Nasirov, académico del Centro de Transición Energética (CENTRA) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, las tecnologías renovables están potenciando los cambios disruptivos, provenientes de nuevos procesos tecnológicos que estarían alterando el funcionamiento del sector energético tradicional.

La electromovilidad seguirá expandiéndose, dejando atrás a los automóviles que funcionan con gasolina y diésel, mientras que las tecnologías digitales continúan abriendo el camino. ¿Cómo? “Introduciendo nuevas aplicaciones en el sector energético, cambiando los límites y la dinámica de la industria y ayudando a optimizar los activos de energías renovables y redes inteligentes, que permiten nuevas formas de gestionar las generaciones descentralizadas”, dice el académico.

Se trata de cambios alineados con la meta que Chile se impuso de llegar a la carbono neutralidad en 2050, reduciendo sus emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI). Un objetivo ambicioso que, a juicio de Francisco Pizarro, subdirector de I+D con la Industria del Centro de Innovación UC, debe ser compatible con el desarrollo sostenible, e ir a la par con un mayor impulso del desarrollo de las energías renovables no convencionales, en un país donde este tipo de generación alcanzó una participación de 31,1% en la matriz eléctrica en agosto, un 22,8% superior respecto de los últimos doce meses, según la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento.

Pizarro dice que Chile tiene ventajas particulares para la energía solar (PV y CSP), la energía eólica, e hidráulica, y recuerda que todas ya tienen un amplio desarrollo. Pero, aunque hay otras aún por desarrollar, los desafíos se encuentran en solucionar la intermitencia de dichas fuentes. “El hidrógeno presenta un espacio de desarrollo interesante”, agrega Pizarro.

Hacia dónde vamos

Con un objetivo fijado y los constantes retos que impone el cambio climático, el sector energético persigue las nuevas tendencias para combatirlo. Las principales, según Daniel Ortega, son el almacenamiento energético basado en “el desarrollo de un sistema eléctrico descarbonizado y libre de emisiones de CO2”; y el hidrógeno verde como “un componente ideal para la transformación de procesos que utilizan combustibles fósiles”. Ambas tendencias, a juicio del líder de la Industria de Energía y Utilities en Deloitte, estarían en una situación privilegiada en Chile, que cuenta “con grandes reservas de litio para la fabricación de baterías y recursos renovables abundantes para producir hidrógeno verde a bajo costo”, dice.

Además, nuestro país conformó un Consejo de Desarrollo de la Industria de Hidrógeno Verde, que convoca tanto a los distintos actores de la industria como a los ministerios clave para el desarrollo de este negocio. De cara a un futuro prometedor, la digitalización emerge como el complemento perfecto para lograr un sector energético limpio.

Según Pizarro, a nivel mundial la estandarización tanto del hidrógeno verde como de las tecnologías de captura y almacenamiento (CCS), así como de captura y uso de carbono (CCU), podrían estar abriendo la puerta a mayores inversiones en el área y a un desarrollo sostenido en los próximos años. Igualmente, aplicaciones basadas en blockchain para la trazabilidad de créditos de carbono tendrán una historia que contar.

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