Una de las metas más ambiciosas de la Estrategia Nacional de Electromovilidad apunta a que el 100% de las ventas de vehículos livianos y medianos sea cero emisiones hacia 2035 y, aunque ya hay avances, los expertos advierten que la masificación dependerá del desarrollo de las marcas y los incentivos del Gobierno.

Hace poco más de dos años, el Gobierno adoptó un conjunto impulsar el desarrollo de la electromovilidad en el país, a través de una estrategia nacional que contempla metas ambiciosas en el corto, mediano y largo plazo. Entre ellas, se definió que el 100% de las ventas de vehículos para el transporte de pasajeros interurbano y de transporte terrestre de carga sean cero emisiones hacia el 2045 y que todas las ventas de vehículos livianos y medianos sean cero emisiones al 2035.

Sin embargo, en el ámbito del mercado de autos eléctricos aún falta para su masificación. «Vamos avanzando decididamente como país en este sentido, de la mano de la colaboración pública-privada y gracias a una política pública que ha permitido, de manera consistente y con visión de largo plazo desde la década pasada, generar los marcos para el despliegue de la tecnología. Pero también, por otro lado, tenemos que enfrentar desafios que tienen que ver con cuestiones propias de lo que significa un gran recambio tecnológico y con cambios de paradigmas de mercado y culturales», asegura Rosa Riquelme, directora ejecutiva de la Agencia de Sostenibilidad Energética (Agencia SE).

Aun así, ya se evidencian algunos avances en electromovilidad, como por ejemplo planes incipientes que incorporan a los sectores de transporte marítimo y aéreo al uso de nuevos combustibles y el resultado de una alianza público-privada que permitirá desarrollar el primer bus a hidrógeno en el país. «La minería, los servicios de última milla o el transporte público se han transformado en un modelo en esta línea, por mencionar algunos», señala Andrea Castro, gerente general de Copec Voltex, haciendo énfasis en que es clave que el sector se prepare adaptando e incrementando sus instalaciones para recibir la demanda «que inevitablemente llegará».

En ese escenario, para Ignacio Santelices, gerente de Sustentabilidad de Fundación Chile «es completamente posible lograr que los vehículos nuevos a contar de 2035, sean eléctricos», dice destacando el trabajo que se ha realizado para generar condiciones regulatorias y de mercado para que esto ocurra cuando sea económicamente viable. «Tenemos una Ley de Eficiencia Energética que generará importantes incentivos a contar de 2024, que hará que las marcas traigan a Chile vehículos eléctricos, lo que es un desafio enorme para países pequeños como el nuestro», complementa.

Las barreras de la masificación

Aunque los esfuerzos van en una buena dirección, «hoy si consideramos la situación país, resulta poco atractivo invertir en un vehículo particular eléctrico, ya que su valor de compra es muy elevado comparado con uno a combustión y, por otra parte, su valor de venta futuro es incierto», explica Rodrigo Troncoso, Sales and Marketing Director de Arval. A su juicio, la masificación de la electromovilidad dependerá del desarrollo de las marcas y del apoyo e incentivo gubernamental.

Un análisis compartido por Carlos Silva, profesor asociado de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, especialista en regulación y mercados del Centro de Transición Energética (CENTRA-UAI) quien plantea que «el cumplimiento de las metas para el 2035 depende fuertemente de la disminución de los precios de los vehículos eléctricos a nivel mundial». Otra de las barreras que menciona es la falta de puntos de cargas y de electrolineras, pues dado que la gran mayoría de estos se concentran en la capital posicionan a la electromovilidad como una solución solo para usos urbanos.

En ese sentido, Castro asegura que actualmente existen más de mil puntos de carga de acceso público, lo que muestra un buen avance para el actual parque vehicular eléctrico: «Creemos que el desarrollo de la infraestructura de carga ha ido generando un punto de inflexión, que ha permitido cada vez más el ingreso masivo de la electromovilidad»,  puntualiza.

Además, contrario a lo que sucede en la Unión Europea con la escasez de litio para la transición energética, «el desafío como país es cómo aprovechamos este aumento de demanda por un mineral abundante en nuestro territorio», concluye Riquelme.

 

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