El sector impulsa iniciativas que abren espacio a soluciones que mejoran el manejo de equipamientos en operación y fomentan prácticas que prolongan su rendimiento en el tiempo.
1 de diciembre de 2025
Tras más de una década de crecimiento acelerado, Chile comienza a enfrentar las primeras preguntas estructurales sobre la circularidad de sus paneles fotovoltaicos. Hacia 2040 se proyecta un recambio masivo, y con ello la necesidad de establecer rutas claras para su reutilización, reparación y reciclaje. Aunque la economía circular ya está presente en prácticas del sector, persisten vacíos normativos, altos costos logísticos y falta de infraestructura para procesar los módulos a escala. En conversación con Revista ELECTRICIDAD, representantes de la industria, centros de investigación y organismos especializados coinciden en que el país avanza, pero requiere una estrategia integral que conecte regulación, capacidades técnicas y nuevas oportunidades de valor.
La transición energética abre paso a una etapa donde la circularidad toma protagonismo en la industria solar. Con un parque instalado que supera la década y un recambio previsto hacia 2040, el sector ya enfrenta desafíos ligados al diseño, la recuperación y el tratamiento final de los módulos.
Desde Acesol advierten que el avance es real, pero aún insuficiente. Danilo Jara, director de regulación y políticas públicas del gremio, destaca que «la economía circular ya está presente en el discurso y en varias prácticas del sector, pero todavía estamos en una fase inicial si la comparamos con la magnitud del parque solar instalado». Añade que las empresas han implementado mejoras en gestión de residuos y eficiencia en obra, aunque persisten «brechas relevantes en el fin de vida de los paneles, que no cuentan con una ruta clara y económicamente viable para su valorización».
El ejecutivo del gremio de energía solar enfatiza que el transporte y tratamiento se encarecen por la normativa vigente: «Los paneles fotovoltaicos están clasificados como residuos peligrosos, y mientras eso no cambie, será muy difícil que se genere una industria local de reparación o reciclaje que pueda operar de forma competitiva».
Respecto a la Ley REP, Jara considera que «va en la dirección correcta, pero aún requiere ajustes para ser aplicable en la práctica al sector solar». Afirma que permitir la recertificación de módulos reparados sería clave para evitar que materiales funcionales terminen en disposición final.
Diseños para durar y reciclar
Desde la manufactura, TrinaSolar plantea que la circularidad debe incorporarse desde el inicio de la cadena productiva. Su Product Manager PV Modules, Harison Franca, sostiene que «la mayoría de los materiales que componen nuestros módulos son intrínsecamente reciclables y pueden reincorporarse en diversas aplicaciones, como el marco de aluminio, que mantiene un alto valor agregado incluso tras décadas de uso».
El especialista resalta el avance de nuevas tecnologías «permiten garantías de rendimiento de hasta 30 años y conservan mejor la eficiencia a largo plazo». De acuerdo con Franca, la compañía también impulsa proyectos concretos: «Presentamos nuestro primer módulo completamente reciclado y hemos reciclado miles de toneladas de material de embalaje en nuestras operaciones globales, reduciendo el impacto desde el origen».
Franca identifica una tendencia global: la evaluación completa del ciclo de vida, donde los fabricantes deben demostrar que su tecnología no solo genera energía limpia, sino que también puede ser reincorporada al sistema productivo.
Infraestructura, normas y nuevas oportunidades
Para Fundación Chile, el desafío requiere anticipación. Ignacio Santelices, gerente de Sustentabilidad de la organización, afirma que «el país debe prepararse para un recambio masivo de paneles hacia 2040 y desarrollar infraestructura que los valorice, ya sea dándoles una segunda vida o reciclándolos con tecnologías avanzadas». También subraya que «es fundamental desclasificarlos como residuos peligrosos, lo que hoy dificulta cualquier iniciativa de reutilización, reparación o reciclaje».
Santelices distingue el potencial del material fotovoltaico: «Hasta un 95% de los componentes de un panel pueden reciclarse si instalamos las capacidades industriales adecuadas». Chile, dice, ya recicla vidrio y aluminio, pero «los mayores desafíos están en el silicio, la plata y los polímeros, que requieren procesos más sofisticados y mayor inversión tecnológica».
El ejecutivo advierte que, con una estrategia adecuada, «podría surgir una nueva cadena de valor que generaría empleos, conocimiento técnico y un rol estratégico para Chile en la transición energética global». Advierte que, de no avanzar, se corre el riesgo de depender del reciclaje en el extranjero y perder oportunidades económicas. La mayoría de los materiales que componen la lista de materiales (BOM) de nuestros módulos fotovoltaicos son intrínsecamente reciclables y pueden reincorporarse en diversas aplicaciones al final de su vida útil», Harlson Franca, Product Manager PV Modules de Trinasolar.
Oportunidad de política pública
Desde CENTRA-UAI, el académico y jefe del Centro para la Transición Energética, José María Cruz, dimensiona el desafío. «Chile opera actualmente con más de 22 millones de paneles y esa cifra se cuadruplicará para 2030», subraya. Sus estimaciones dicen que el país podría superar «las 500 mil toneladas de residuos fotovoltaicos en la próxima década y acercarse al millón de toneladas hacia 2050».
El académico afirma que el marco regulatorio debe modernizarse: «Seguimos con normas pensadas para residuos peligrosos que no distinguen entre un panel que aún funciona, uno reparable y uno que efectivamente es un residuo. Eso frena cualquier escala industrial de reutilización o reacondicionamiento».
También recalca que muchos módulos podrían seguir operando: «Después de 25 o 30 años mantienen entre el 75% y el 85% de su capacidad, lo que permite aplicaciones de menor exigencia si se prueban, clasifican y trazan correctamente».
Electrificación: extender la vida útil como estrategia
En el ámbito de la infraestructura eléctrica, ABB expone que la economía circular también debe aplicarse a celdas, tableros y sistemas de distribución. José Hernández, Service Sales Manager de la compañía, explica que «promovemos la modularidad y reparabilidad para que los componentes puedan ser actualizados o reemplazados sin desechar toda la unidad».
Sobre la extensión de la vida útil, Hernández expresa que «la modernización y el reacondicionamiento no solo son viables, sino estrategias preferibles al reemplazo total. Podemos extender entre 20 y 30 años la vida de la infraestructura de distribución y reducir costos operativos hasta en un 30%». Agrega que esta estrategia evita «fallas catastróficas como arc flash, cuyo costo puede ser diez veces superior al mantenimiento programado».
El representante de ABB subraya, además, el rol de la digitalización, exteriorizando que «el monitoreo predictivo permite detectar degradaciones antes de que generen fallas mayores y planificar intervenciones solo cuando son necesarias». Esto, menciona, contribuye a la reducción de residuos y a una operación más eficiente a lo largo del ciclo de vida de los equipos.
Gentileza Revista Electricidad.